Un día como hoy, solo tenemos palabras para mantener vivas las memorias, para borrar la angustia y nuestra profunda tristeza. Tenemos que escribir palabras en papel y en pantallas, registrarlas, hablarlas, compartirlas y recordar. Debemos mantener vivo el derecho de vivir seguro y en paz, a vivir en libertad, practicar tu religión y tu cultura y desarrollarte como ser humano.
Hoy recordamos
los kibbutzin, los festivaleros, los muertos del día, los rehenes;
la respuesta fuera de toda proporción,
el ciego bombardeo de civiles,
la destrucción de mezquitas, escuelas, universidades, bibliotecas, hospitales,
el castigo colectivo y el hambre forzado en la gente,
los largos meses de muertes de civiles, de mujeres y de niños en sus casas and campamentos de refugiados,
la tortura y violación de prisioneros en las cárceles,
el continuo desposeimiento y colonización de tierras ancestrales,
la violencia inhumana, justificada como defensa pero motivada por venganza,
terrorismo estatal.
Israelitas y Palestinos tienen derecho a existir, a vivir en paz. Libres de persecución y de violencia, seguros en sus respectivos países.
Como seres humanos necesitamos encontrar un camino que nos lleve de esta espiral de violencia generacional y venganza a uno de reconocimiento mutuo, de respeto por el otro, de cooperación por un futuro en paz. Debemos transitar ese camino.
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