Ayer descubrí algunas cosas.
Cosas desconectadas, sutiles,
efímeras,
cosas díscolas, independientes,
indomables,
afuera de Face, de Insta y de Wattsup
cosas simples, casi inverosímiles,
lejos del Internet y de las bases de datos
de las campañas de correos electrónicos
de las reuniones de Zoom
de encuestas de mercado
de los libros de auto-ayuda.
Acá va un pequeñísimo inventario
desacomodado y sin reglas
anárquico y cuidadosamente despelotado.
La luz de una guitarra
el llamado de los bombos
la mítica voz de la milonga
con su voz del puerto,
de marineros africanos
de historias del mar y de cuchillos
de guapos y sangre en los pasillos.
La emoción de esa pareja,
imaginando tangos
sin importarles el ritmo o el compás.
Todo es tango,
todo,
todo aunque sean cuecas,
zambas, chacareras y valsecitos.
El Sur en el canto de una mujer
una canción inevitable de estas situaciones
sentimental y triste
un amor convertido en niebla y humo
afuera pasan tranvías
transeúntes caminan, algunos miran por la ventana
otros aplauden como si nada
a los bailarines y a los músicos.
Recuerdos del carnaval
me golpean a través del tiempo
la cadencia de comparsas
bailes en las calles
el calor de Marzo
las llamadas, las marchas y contramarchas
esos disfraces, la resistencia y la alegría
se hacen presentes en este bar
en este instante.
Marejada de cuerpos,
oscuridad, tragos,
un candombe resuena
escucho voces,
muchas voces.
Entre todo este movimiento
tus ojos profundos y ese lunar
me capturan y
me vuelven a la vida.
Melbourne, Mayo 2021
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